PILATOS Y SU LAVADO DE MANOS
En el evangelio de Mateo y solo en Mateo, leemos:
Pilatos se lava las manos y luego el pueblo judío
clama “su sangre sea sobre nosotros y sobre
nuestra descendencia” es exclusiva de este texto, y
no aparece ni siquiera un vestigio de nada
semejante en el relato paralelo, que es el de
Marcos.
Queda claro, entonces, que se trata de una
reelaboración del texto original, que no debió
incluir nada de esto. ¿Estamos ante un posible
añadido de la última fase de evolución del texto?
Con ello me refiero a un añadido imperial,
del siglo IV. Tal vez: este es el texto en donde más
queda claro el intento de Roma por distanciarse de
la ejecución de Jesús (Pilatos lavándose las
manos), y en el que, por lo mismo, con mayor
claridad se responsabiliza al pueblo judío de una
ejecución romana (de hecho, la cita que da origen
al mito del pueblo deicida).
Lo más lógico es suponer que este agregado se hizo en
la fase en la que el cristianismo empezó a ser contemplado
como parte del proyecto imperial de Constantino el
Grande, razón suficiente para que el texto oficial
del Corpus Sagrado no hiciera ninguna mención a
que Jesús había sido ejecutado por el mismo
imperio que en ese momento lo estaba asumiendo
como su deidad única.
El papiro Chester Beatty P45 (el más antiguo que
tenemos de los Evangelios Canónicos) contiene un
fragmento de Mateo 25-26, pero no del capítulo
que nos interesa en este punto (el 27), y data de la
primera mitad del siglo II.
Analizando este relato, se deduce que Pilatos no se lavó
las manos, y que fue el Imperio el que ejecutó a Jesús. Ah,
los judíos no tenían potestad para crucificar a nadie.