SIGUIENDO TUS HUELLAS
LA FILOSOFÍA PUEDE JUSTIFICAR RACIONALMENTE LA CREENCIA EN DIOS. Un buen grupo de cuestiones debatidas entre los filósofos analíticos se refieren a la racionalidad de las creencias religiosas. Evidentemente una de las cuestiones clave en esta discusión es qué se entiende por «racional». Por esto, en seguida se formula la pregunta: ¿qué es preciso para que una creencia sea racional o según otra terminología tenga garantía epistémica? ¿qué tipo de justificación racional requieren las creencias religiosas?
a) El evidencialismo.
Una posible respuesta heredada de la Ilustración es que para que una creencia sea racional debe estar respaldada por una evidencia proporcionada. Se suele denominar «evidencialismo» a esta posición. Según el evidencialismo, si no tenemos evidencia a favor de la existencia de Dios, no debemos creer en ella. Como se ve, existe un componente normativo en estas afirmaciones, tal como reconoció WC. Clifford (1845 1879) al afirmar que «está mal siempre, en todo lugar y para toda persona creer algo sin contar con la evidencia suficiente».Algunos autores como A. Flew y, con más claridad, Michael Scriven han usado este principio evidencialista para combatir al teísmo .
Además de esta versión fuerte o extrema del evidencialismo, cabe también una forma más débil del mismo, que es la que se sostienen algunos autores teístas, los cuales tratan con más flexibilidad el concepto de «evidencia». En este grupo habría que situar a todos aquellos que suscriben el proyecto de realizar una teología natural y consideran que se requieren argumentos para garantizar la racionalidad de las creencias. Así, por ejemplo, A. Kenny piensa que, sin el apoyo de la teología natural, la fe sería un vicio y no una virtud. El problema es que este autor se muestra escéptico respecto de la posibilidad de realizar tal empresa. Otros autores consideran sin más que ésta es posible y piensan que la racionalidad de las creencias religiosas es apoyada por los argumentos sobre la existencia de Dios y las reflexiones acerca de la coherencia de su concepto.
Una posición más moderada es la que suscribió Mitchell, para el cual es suficiente con un argumento acumulativo en favor del teísmo. En la misma línea se sitúa Swinburne, para quien existen evidencias a favor del teísmo, pero evidencias que lo hacen probable, no conclusivo. En su ensayoFaith and Reason, Swinburne explica que la racionalidad de la fe en Dios exige sólo que sean probables el conjunto de creencias que sostenemos sobre Él. Es de destacar que tanto Mitchell como Swinburne apoyan estas reflexiones en Newman y en su rechazo del evidencialismo de Locke y Paley.
El evidencialismo está ligado a epistemologías fundacionalistas, es decir, aquellas que consideran que debe haber un fundamento último del conocimiento (sea la evidencia o cualquier otro).
Pero desde el idealismo y también entre autores analíticos se sostienen a veces posturas coherentistas, según las cuales la racionalidad de una creencia depende de su coherencia con el resto de creencias que sostiene un individuo. Desde esta epistemología, algunos autores como Pojman han intentado entender la racionalidad de las creencias religiosas. Lo relevante en este caso sería la coherencia con el conjunto de creencias que suelen sostener las personas racionales.
b) El fideísmo wittgensteniano.
Otra respuesta está en la línea del fideísmo, pues sostiene que no es precisa una garantía racional de nuestras creencias. Ésta es la reacción típica de algunos intérpretes de Wittgenstein quienes sostienen que la religión es un juego de lenguaje peculiar que no puede ser juzgado con estándares de racionalidad propios de otros lenguajes como el metafísico o el científico. Sólo cabe hablar de justificación en el interior de un juego de lenguaje, pero el juego mismo es siempre infundado. No cabe aducir una justificación racional del juego de lenguaje religioso.
El gran difusor de esta posición es D.Z. Phillips, según el cual lo característico de la religión es que nos ofrece una descripción (picture) de la realidad. Tener una creencia religiosa es usar una descripción de la realidad que regula la propia vida. Como otras formas de vida, la religión tiene sus criterios propios acerca de lo que es verdadero o falso o lo que significan conceptos como «racionalidad». o «realidad».
Para Philips y los filósofos de Swansea, preguntar por la racionalidad de las creencias es equivocar la cuestión pues desde fuera de las mismas creencias no pueden realizarse preguntas acerca de ellas. No cabe un examen externo de las creencias religiosas, las cuales además son entendidas por estos autores como formas de ver las cosas más que como afirmaciones sobre la realidad. Desde una perspectiva atea, Kai Nielsen califió esta postura como «fideísta», lo que ha generado una fuerte discusión en torno a este tema y, especialmente, acerca de si la interpretación fideísta del pensamiento de Wittgenstein que ofrecen los filósofos de Swansea es correcta o no.
c) La epistemología reformada.
Una posición alternativa es la que mantiene la epistemología reformada, sostenida entre otros por Wolterstorff y Plantinga. Esta epistemología parte de una crítica al evidencialismo, al que acusa de ser auto referencialmente contradictorio y sostiene que es racional sostener algunas creencias sin contar con evidencia para ellas. Se trata de creencias que son «adecuadamente básicas» como las que tenemos sobre la percepción o la memoria. Plantinga sostiene que existe una paridad epistemológica entre tales creencias y la creencia en Dios la cual sería también una creencia adecuadamente básica.
Esto no significa que tales creencias carezcan de fundamentación; de hecho Plantinga suscribe el proyecto de una teología natural si bien entendida como una justificación ulterior de unas creencias que prima facie ya están justificadas. Desde finales de los años ochenta, Plantinga ha reformulado esta posición en términos de «garantía epistémica» sosteniendo que el sensus divinitatis de que habla Calvino es una fuente no proposicional que garantiza epistémicamente la creencia en Dios.
Ante la intervención de algunos autores católicos en esta cuestión se ha comenzado a hablar con una terminología muy poco precisa de una «Epistemología contrarreformada». Lo característico de esta tendencia, que está en sus inicios, sería la intuición de que, para que una creencia esté garantizada, debe situarse en una tradición religiosa correcta. Además, entre los autores católicos se da una mayor confianza en la razón (y por ello respetan la teología natural), se insiste en el carácter voluntario de la fe y, por lo general, admiten el internalismo, es decir, la teoría que considera que las condiciones de justificación de una creencia son accesibles a la conciencia del creyente.
d) El valor epistemológico de la experiencia religiosa.
Otra tendencia distinta busca el apoyo racional para las creencias en la experiencia religiosa. Mientras que para algunos la experiencia ofrecería una justificación fuerte de las creencias religiosas, para otros sólo ofrece una justificación débil de las mismas. Gary Gutting, aun siendo escéptico respecto de los argumentos teístas, acepta que la experiencia religiosa apoya una justificación fuerte de la racionalidad de las creencias. También se ha ocupado del tema K.E. Yandell, para el cual, en el caso de que la experiencia religiosa cumpla ciertos requisitos (si existen bases para comprobarla, si se puede descubrir su falsedad en el caso de que así lo sea, si puede ser disconfirmada), se puede considerar como una base adecuada para afirmar la existencia de Dios".
El más destacado reivindicador del valor gnoseológico de la experiencia religiosa es W .P. Alston". Según Alston la experiencia religiosa tiene una función epistémica respecto a las creencias sobre Dios análoga a la que tiene la percepción sensorial respecto a las creencias sobre el mundo físico. La clave de la argumentación de Alston está en considerar la experiencia religiosa como una práctica epistémica básica, es decir, como aquella práctica que proporciona el acceso básico a un tema.
Ahora bien, nuestras prácticas epistémicas básicas requieren sólo una justificación débil o negativa y, como piensa que es posible aportar tal justificación en el caso de la creencia en Dios, resulta que la experiencia religiosa es base epistemológica de esta creencia. Como se puede adivinar, el concepto de «práctica epistémica básica» se asemeja mucho al de «creencia adecuadamente básica» propio de la epistemología reformada.