EL -AUTÉNTICO- JESÚS DE NAZARETH ( 26 )
La hija de Yair o Jairo y la mujer que tocó el manto de Jesús:
En el pasaje que sigue se narra la sanidad de dos mujeres: la hija de un principal de la sinagoga (Yair, según Marcos y Lucas), y una mujer que padecía flujo de sangre.
La anécdota también es conocida: Yair se presenta con Jesús para pedirle que cure a su hija, que se encuentra moribunda. Jesús acepta, pero mientras va a la casa de Yair, siente como una mujer lo toma por detrás, y en concreto como “salió poder de él”. La mujer confiesa que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, pero que confiaba que con sólo tocar a Jesús se sanaría. Jesús premia su fe con la salud, y al llegar a casa de Yair se les comunica que la niña ya murió. Jesús desoye el dato, dice que la niña sólo duerme, y entra a la casa y la levanta, para sorpresa de todos.
Sorprende la frase de Jesús “sentí que salió poder de mí”. Extraño: es lo suficientemente divino como para hacer milagros portentosos, pero no puede identificar a la mujer a la que acababa de sanar.
Es obvio, entonces, que la lectura debe ir hacia otro lado: una mujer importante (hija de un alto dignatario judío, y muy probablemente Esenio) estaba “muriendo”, es decir, a punto de quedar segregada de la comunidad. ¿La razón? Un problema de pureza ritual. Eso lo sabemos por la otra versión del relato: una mujer con flujo de sangre que se acerca a Jesús para ser “sanada”.
Integremos los datos: un alto jerarca judío pidió ayuda a Jesús para evitar que su hija fuese marginada de la comunidad por un problema de impureza física. La mujer se entrevistó previamente con Jesús, y le expuso su perspectiva del problema. Evidentemente, Jesús participó en una discusión respecto a la naturaleza legal del asunto (halájica, en términos hebreos), y ayudó para que el diagnóstico final fuese que el problema de salud de la mujer no la hacía ritualmente impura. Gracias a ello, cuando se realizó el juicio al respecto, se pudo dictaminar que ella podía seguir con su vida normal.
Este es uno de los más hermosos ejemplos de cómo se aprovecha, en el Evangelio Original, el recurso de “partir” un relato, dividiendo al personaje que se confronta con Jesús en dos, para narrar por separado los diversos aspectos de la anécdota, de tal modo que la verdadera historia resultase inaccesible para cualquiera que no estuviera ligeramente enterado de cómo había que abordar la Apocalíptica.
Quién haya sido el autor de este ralato, fue un genio.