EL -AUTÉNTICO- JESÚS DE NAZARETH ( 22 )

12.04.2016 19:58

De nuevo el diablo.

El siguiente pasaje es sumamente interesante: Jesús es acusado de echar fuera a los demonios por el poder de Beelzebú. De nuevo, una mención al diablo. Y es obvio que se tiene que referir al mismo individuo de la tentación “en el desierto”, el que se opuso al proyecto de Jesús.


Jesús refuta con una frase célebre: “¿Puede Beelzebú echar fuera a Beelzebú?” Y luego, otra más: “Un reino dividido contra sí mismo no puede prevalecer”. En realidad, una advertencia contra las divisiones internas del pueblo judío. En sí, Jesús está cuestionando la coherencia de la acusación, según la cual estaba actuando bajo la influencia del diablo (es decir, de quien se opuso inicialmente a su proyecto mesiánico). Jesús remarca que dicha acusación no tiene sentido, porque no es posible que dicho personaje sea el autor intelectual del proselitismo que los seguidores de Jesús empezaban a desarrollar (“echar fuera demonios”, o convencer antagonistas).


Inmediatamente, aparece un pasaje notoriamente extraño: la madre y los hermanos de Jesús buscándolo. Sabemos el desenlace: Jesús no los recibe, apelando a que su madre y sus hermanos son “los que cumplen la voluntad de su Padre”. Este es un momento importante en el ministerio de Jesús, pues implica una ruptura con la comunidad Esenia-Qumranita (la “madre” y los “hermanos”). Evidentemente, a Jesús se le exigió que se comportara bajo los parámetros de lealtad de la Comunidad, pero Jesús dejó en claro que su concepto de “comunidad” era mucho más amplio, e incluía a todo aquel que estuviese dispuesto a unirse a la causa, sin importar su origen o condición.
Un juego con mucho riesgo: de por sí, Jesús —como Esenio— ya estaba bajo cuestionamiento de los Fariseos y los Saduceos. Ahora, también iba a estar bajo cuestionamiento Esenio. Sin embargo, su postura ha de entenderse: de haber permanecido bajo los estrictos criterios de la secta Esenia, hubiese encontrado un apoyo muy limitado en otros sectores del judaísmo.

Justamente, si se menciona que los “demonios” le confesaban como el Elegido, significa que su distanciamiento del rigor qumranita empezó a rendir buenos frutos, y grupos de judíos opuestos a los Esenios empezaron a considerar que podían aliarse con Jesús.


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