SIGUIENDO TUS HUELLAS

01.11.2015 00:35

ARGUMENTOS FILOSÓFICOS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS. Tras examinar el concepto de Dios, la teología filosófica analítica se ocupa de si tal concepto tiene referente, es decir, si Dios existe o no. La filosofía analítica de la religión se ha interesado de manera especial por el argumento ontológico. Junto a él, se han estudiado también los argumentos cosmológico y teleológico.

a) El argumento ontológico

La crítica de Hume y Kant al argumento ontológico parecía decisiva en la tradición filosófica angloamericana. «Pero, explica Enrique Moroscuando esa misma tradición estaba a punto de dictaminar el fin de toda la metafísica, en virtud del criterio empirista de significado que parecía haberla herido de muerte con las acusaciones de falta de claridad y sin sentido, reaparece con fuerza el argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios. Y con él regresa la metafísica entera. De este modo quedaba claro el carácter accidental de la vinculación entre lógica y positivismo; la filosofía redescubre el sentido del esfuerzo para comprender la concreción de la vida y la cultura.

Esta discusión tiene tres nombres principales entre los defensores del argumento: Charles Hartshorne, Norman Malcolm y Alvin Plantinga. El comienzo de este debate todavía en curso puede datarse en 1960, año en el que Malcolm publica el artículoAnselm"s Ontological Arguments. Un hito más será la publicación por parte de Hartshorne de The Logic of Perfection donde realiza la primera formulación lógica del argumento ontológico modal. Por su parte, Plantinga se ha ocupado en diversas ocasiones del argumento, desde su primera publicación sobre el tema en 1961 hasta nuestros días.

Hartshorne y Malcolm trabajaron por las mismas fechas en el argumento ontológico, si bien de manera independiente. Ambos advierten que existen dos argumentos ontológicos en el Proslogion de San Anselmo. El primero se encuentra en el capítulo segundo y en él se predica de Dios la existencia, lo cual ha sido objeto de importantes críticas especialmente desde Kant. En general, los filósofos analíticos aceptan estas críticas y suscriben la idea kantiana de que la existencia no es una perfección. Pero advierten en el tercer capítulo del Proslogion encontramos otro planteamiento del argumento en términos de existencia necesaria, es decir en términos modales. Se considera que este modo de argumentar escapa a la crítica kantiana y puede ser válido.

El primero en fijarse en el segundo argumento anselmiano fue Charles Hartshorne, que venía ocupándose desde 1945 del tema. Lo característico de este autor es, por una parte, que liga el argumento a la metafísica del proceso que profesa siguiendo a su maestro A.N. Whitehead y, por otra parte, que es el primero en ofrecer una presentación del argumento con el aparato de la lógica modal, lo cual facilitó a la tradición analítica el acceso al mismo. Siguiendo a Whitehead, Hartshorne considera que decir «Dios» es lo mismo que decir «ser perfecto».

Ahora bien, cada ser existe del modo que corresponde a su esencia. A la esencia divina o perfección deberá corresponderle o bien la existencia necesaria o bien la imposibilidad de existir, ya que no puede existir contingentemente. Si Dios existe, debe existir necesariamente y si no existe su existencia es absolutamente imposible. Hartshorne interpreta la necesidad de la existencia de Dios como existencia necesaria lógicamente (aquella cuya negación es contradictoria o implica una contradicción).

Como la existencia de Dios no es lógicamente contradictoria, Hartshorne sostiene que es lógicamente necesaria. De todos modos, la conclusión de Hartshorne no es tanto la certeza de la existencia divina «sino que podemos saber, con razonable certeza, que la única alternativa inteligible a la existencia divina es la imposibilidad de Dios». Sin embargo, es Norman Malcolm el que iniciará la discusión del argumento en el ámbito analítico. Malcolm fue discípulo y amigo personal de Wittgenstein y era profesor en Norteamérica. En su artículo sobre los argumentos ontológicos, suscribe en líneas generales la crítica al primer argumento y se fija en la formulación del capítulo tercero, que entiende así: «un ser cuya inexistencia es lógicamente imposible es más grande que un ser cuya inexistencia es lógicamente posible».

Se trata de una formulación modal que sostiene que la existencia necesaria es una perfección, una propiedad de Dios. Findlay había advertido con anterioridad que «no es posible construir puentes entre meras abstracciones y la concreta existencia»", a lo que Malcolm replica que esto es así si por concreta existencia se entiende una existencia contingente. Pero aquí se trata de la existencia necesaria la cual ha de ser una propiedad del ser «absolutamente ilimitado».

Este artículo de Malcolm produjo una gran impresión en los medios filosóficos angloamericanos, donde se multiplicaron las respuestas críticas. Una de las más relevantes es la que desarrolló Plantinga, el cual interpreta la expresión «la existencia de Dios es lógicamente necesaria» como equivalente a «la proposición Dios es es lógicamente necesaria»". Esto exigiría que su contraria fuera autocontradictoria, pero no parece que la proposición «Dios no existe» lo sea. Sin embargo Plantinga ha evolucionado hasta convertirse en uno de los mayores defensores del segundo argumento anselmiano.

Para plantear el argumento recurre a la semántica de mundos posibles. La premisa clave de la argumentación plantingiana es la siguiente: «hay un mundo posible en que se encuentra instanciada la grandeza máxima». Plantinga explica y defiende esta premisa, que se apoya en la afirmación de que un ser tiene la excelencia máxima en cada mundo posible y que implica la existencia de Dios. Recientemente el autor ha resumido así su posición:«La máxima grandeza está posiblemente instanciada. 

Esto es, es posible que haya un ser que tenga la máxima grandeza. Pero (dado el punto de vista ampliamente aceptado que si una proposición es posiblemente verdadera en sentido ampliamente lógico, entonces es necesario que sea posiblemente verdadera), sigue por lógica modal ordinaria, que la máxima grandeza no sólo está posiblemente ejemplificada, sino ejemplificada de hecho. Ya que la máxima grandeza está ejemplificada si y sólo si hay un ser B tal que la proposición B es omnipotente y omnisciente y totalmente bueno es necesaria; si la máxima grandeza está posiblemente ejemplificada, entonces una proposición de esta clase es posiblemente necesaria; por el anterior principio, cualquier cosa que es posiblemente necesaria es necesaria, en cuyo caso esa proposición es necesaria; pero entonces, por supuesto, es verdad».

Plantinga considera que su versión es coherente, aunque no reclama haber probado la existencia de Dios, pues para ello hay que admitir la premisa mencionada. El argumento ontológico, para Plantinga, no sirve tanto para establecer la verdad del teísmo cuanto su aceptabilidad racional. Como podemos advertir, en todos estos autores el argumento ontológico cumple una función muy peculiar, que ya estaba presente en la intención de San Anselmo: hacer frente al ateo, a quien dice «No hay Dios». No está pensado tanto como una prueba del teísmo como una mostración ante la posición del ateo de que es razonable sostener la existencia de Dios.

b) El argumento cosmológico.

 

En el ámbito analítico se han estudiado dos versiones del argumento cosmológico. La primera, que se remonta a los filósofos árabes, concluye la existencia en el tiempo de una primera causa. La segunda versión procede de Tomás de Aquino y se apoya en el concepto lógico causa efecto, sin atender a la temporalidad.

 

El mejor expositor de la versión árabe (o del kalam) es William Craig. Según Craig es intuitivamente obvio que todo lo que existe tiene una causa de su existencia. Pero si el universo comenzó a existir, entonces tiene que haber una causa de su existencia. La afirmación del comienzo del universo la apoya principalmente en la astrofísica contemporánea, lo cual otorga, por otra parte, un carácter provisional a la argumentación. Para este autor el argumento no puede ser usado como prueba pero sí como apoyo de la razonabilidad del teísmo.

 

Otros autores han preferido la versión tomista del argumento, que prescinde de la consideración temporal del universo. R. Swinburne ha examinado este y otros argumentos acentuando el poder explicativo de la hipótesis teísta y sosteniendo que los argumentos, tomados en su conjunto, convierten la existencia de Dios en más probable que la inexistencia. Si la causa de cada estado del universo son estados previos y no nos remontamos a una causa primera, entonces explica Swinburne el universo como un todo queda inexplicado. Esto se evita si admitimos que Dios es causa de que el universo se sostenga en el ser y de que unos estados den lugar a los siguientes.

 

Otra versión es ofrecida por William Rowe, quien parte del hecho de que existen «seres dependientes». Como ninguna serie de seres dependientes es auto explicativa, debe existir de acuerdo con el principio de razón suficiente- un ser auto existente que sea la explicación última de todos los seres dependientes .

c) El argumento teleológico.

 

También el argumento teleológico se presenta en dos versiones: la analógica y la inductiva. La forma analógica argumenta que la naturaleza es como un reloj cuyo ajuste nos muestra la existencia de un relojero inteligente. Del orden del universo podemos deducir la existencia de una inteligencia ordenadora.

 

La filosofía analítica se ha fijado más en la versión inductiva de este argumento. En esta versión se presentan ejemplos concretos de orden y se sostiene que la mejor interpretación de los mismos es la suposición de la existencia de Dios. Los ejemplos varían de unos autores a otros. Algunos se fijan en aspectos del universo que la teoría de la selección natural no puede explicar fácilmente (como el surgimiento de la vida a partir de lo inerte), otros en lo que se denomina «principio antrópico», es decir, la supuesta orientación del universo al surgimiento de la vida consciente, la cual hubiera sido imposible si hubiera habido mínimas variaciones en la expansión primera del universo o en algún momento de la evolución del cosmos.Uno de los defensores del argumento teleológico es también R. Swinburne, el cual apela a esta multiplicidad ordenada que encontramos en el mundo para sostener la alta probabilidad de la existencia de Dios`.

 

Muchos de los filósofos que estudian estas cuestiones conectan con la tradición filosófica medieval y moderna, lo cual ha contribuido a reavivar estudios sobre temas de teología filosófica clásica. No es extraño encontrar posturas que se califican de «escotistas», por su visión de Dios, o de «molinistas», por la concepción del conocimiento divino. También ha aparecido una corriente que se denomina «tomismo analítico», la cual «intenta usar los métodos e ideas de la filosofía del siglo XX de la que es predominante en el mundo de habla inglesa en conexión con el amplio conjunto de ideas introducido y desarrollado por Tomás de Aquino».


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